Inmigrantes en Denver enfrentaron horrores en su travesía a EE. UU., pero a pesar de sus riesgos desesperados, a muchos los obligarán a irse.

“Imagínate que vayas tú con tu niño, se te muera tu niño y llegues a Estados Unidos y te devuelvan”.
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Kevin, un inmigrante de Venezuela, parado afuera de un refugio en una iglesia en el oeste de Denver. 22 de dic. de 2022.
Kevin J. Beaty/Denverite

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Traducido por Alejandra X. Castañeda

Advertencia: Este artículo incluye contenido explícito y perturbador.

Kevin fue testigo de horrores en su travesía de Venezuela a Estados Unidos. En Panamá, mientras cruzaba el Tapón de Darién, vio a personas ahogarse, niños morirse de hipotermia y viajeros convertirse en víctimas de violencia sexual y asesinato a manos de los carteles de drogas. Le robaron y perdió la poca ropa adicional que traía para la travesía de varios meses. Cuando finalmente llegó a Denver, estaba helado.

Kevin, quien tiene 22 años de edad y se rehusó a darnos su apellido, es uno de por lo menos 1,500 inmigrantes recién llegados a quienes la ciudad ha proporcionado refugio este mes. Es uno de millones que han tomado peligrosos caminos a través de junglas y desiertos durante años para solicitar asilo político ante el gobierno de EE. UU., una forma legal y segura para entrar al país. Pero el estatus es lejos de ser una garantía.

"Imagínate que vayas tú con tu niño, se te muera tu niño y llegues a Estados Unidos y te devuelvan", nos dijo durante una reciente visita en un refugio administrado por una iglesia. "Perdiste [a] tu niño y perdiste tu sueño. Entonces es difícil, pues".

Como tantos otros, Kevin sintió que dejar su hogar valía la pena el riesgo. Pero sus razones para venir aquí quizás no sean lo suficientemente válidas como para quedarse según las leyes.

El sistema de asilo en Estados Unidos se diseñó para un mundo que ya no existe.

En su momento, Kevin fue un estudiante universitario. En Venezuela, un país rico en petróleo, estudió ingeniería petrolera, pero tuvo que dejar sus estudios cuando no pudo seguir pagando los costos. Trabajó y ahorró, pero dijo que la débil economía de Venezuela terminó afectándolo.

"Las cosas se fueron empeorando y tuve que cerrar mi negocio, tuve que vender mi auto", nos dijo. "Todo se acaba".

Venezuela ha estado en una profunda recesión desde 2014. Analistas calculan que su producto interno bruto ha disminuido en por lo menos un 75 por ciento y un cuarto de la población del país se ha ido desde entonces. Kevin dijo que no veía un futuro ahí.

Aunque la situación en su país de origen era lo suficientemente mala como para que Kevin se lanzara al norte al peligro, la desesperación financiera no es suficiente para tener acceso a asilo político.

"Para recibir asilo [político], tienes que demostrar que te estaban persiguiendo [injustamente] en el pasado, y por eso huiste, o que temes que te persigan si regresas", nos dijo Elizabeth Jordan, una profesora adjunta visitante en la Facultad de Leyes de la Universidad de Denver. "Problemas económicos, problemas de pobreza, por lo general no se consideran persecución según las leyes inmigratorias de Estados Unidos".

Estados Unidos no tuvo un proceso formal de asilo político hasta mediados de los años 1950, después de que la administración de Franklin Roosevelt rechazara a personas que estaban huyendo de los nazis en Alemania, donde algunas fueron condenadas a muerte en campos de concentración.

"Entonces la comunidad internacional se reunió después de la Segunda Guerra Mundial y llegó a algunos acuerdos sobre el trato de los refugiados", Jordan dijo. "Las leyes de asilo de EE. UU. se desarrollaron como parte de eso". Pero el sistema no ha cambiado mucho desde aquella época.

Catres en un refugio de emergencia para personas que están llegando de la frontera sur de EE. UU., instalados en un centro recreativo de Denver. 13 de dic. de 2022.
Kevin J. Beaty/Denverite

"Las razones por las cuales la gente está huyendo en la actualidad han cambiado mucho, y nuestro sistema de asilo [político] no toma en cuenta necesariamente esos cambios", agregó. "Las razones por las cuales la gente teme legítimamente por sus vidas quizás no sean algo que nuestro sistema de asilo entienda y apruebe".

Sin embargo, Violeta Chapin, una profesora de práctica en la Facultad de Leyes de la Universidad de Colorado, dijo que la pobreza y la violencia con frecuencia están interconectadas, especialmente en un país "colapsado" como Venezuela. Las personas como Kevin quizás puedan presentar casos que pasan la prueba con los representantes federales de inmigración, pero se necesita entender el sistema y, con frecuencia, un abogado.

"Algunas de ellas quizás sí puedan presentarse dentro en un marco de asilo [político]", dijo. "El asilo, es una muy buena idea, por lo general. A la gente le gusta la idea de poder proporcionar un lugar seguro para las personas. Pero, sabes, nuestro sistema de inmigración es uno muy restrictivo establecido para que sea muy difícil que las personas inmigren legalmente a los Estados Unidos".

Los tribunales de inmigración por mucho tiempo han estado llenos de personas que presentan sus casos sin mucha ayuda.

En un tribunal penal normal, los demandados tienen un derecho a la representación legal y reciben ayuda si no pueden pagar los costos. Pero en la corte inmigratoria no existe un sistema de defensa pública, lo cual significa que muchas personas que se han quedado en refugios de Denver y planean solicitar asilo político tendrán que presentarse solas ante un juez.

El centro de la ciudad Denver es sede de uno de los tribunales inmigratorios del país. En noviembre, pasamos el día en una sala y observamos a docenas de personas entrar y salir de una pequeña serie de bancos frente al juez Donald O'Hare.

O'Hare habló con paciencia pero fue directo, recitando frases muy usadas para explicar el proceso. Las personas escucharon lo que decía el intérprete mientras sus hijos se distraían con juguetes y libretas para colorear.

"Tienes algunos derechos importantes en este tribunal. Tienes un derecho de ser representado por un abogado de tu elección pero sin costo para el gobierno. Esto significa que no puedo designar un abogado para ti", dijo varias veces durante el día. "Si no crees que podrás pagar por un abogado, hay un servicio legal gratuito que quizás pueda ayudarte".

Ese servicio legal gratuito es una persona de Rocky Mountain Immigrant Advocacy Network, o RMIAN, en una oficina cercana. Ese día, era Emily Brock, quien se especializa en ayudar a niños y trabajó con tantos como pudo. Cada vez que O'Hare les preguntó a grupos de demandados si querían que Brock los ayudara, todos y cada uno levantaron la mano.

El problema es, Brock nos dijo, que hay muy pocos abogados disponibles que trabajan sin costo. A veces ella puede ayudar a un solicitante de asilo para que obtenga representación legal, pero pasa la mayor parte del tiempo ayudando a las personas para que entiendan cómo representarse a sí mismas. La mayoría de la gente no se presenta ante el juez con un abogado, lo cual significa que es más probable que pierdan sus casos.

Las cosas se complican gracias a la "lista de casos destinados", una norma de la administración de Biden que coloca a las familias-no a las personas individualmente-de ciertos países en una vía judicial exprés para recibir un veredicto final. Solo el 7 por ciento de las familias en la lista de casos destinados han recibido asilo político desde que la norma se puso en vigor. Brock dijo que esta parte del sistema, bajo la cual están sujetos los venezolanos, condena a la gente al fracaso.

"Los casos de asilo [político] son complicados", nos dijo. "Requieren describir los peores momentos que has tenido en tu vida después de haber pasado por esta horrible travesía para llegar aquí, ¿y tú [el gobierno] quieres que alguien lo haga rápidamente y sin asesoría legal?"

Muchas personas que llegan a Denver terminarán en un tribunal como este mientras intentan quedarse permanentemente en EE. UU. Algunas, como Kevin, tuvieron que cruzar la frontera ilegalmente para llegar hasta aquí. Una persona debe estar en el país para pedir asilo, pero existen políticas establecidas que han eliminado formas legales de entrar y presentar esa petición. Por lo tanto, la gente con frecuencia cruza donde puede ir a presentarse ante la patrulla fronteriza. Los estadounidenses a quienes les molesta este concepto no entienden la realidad de la situación, Brock dijo.

"Para algunas personas, hay formas legales. Pero las personas que están presentándose en nuestras fronteras, no son personas que tienen otras formas de presentarse para [pedir] asilo. No hay una fila en la que pueden pararse", nos dijo. "La espera para esa petición final podría tardar hasta más de 20 años. Cuando estás siendo amenazado por algún elemento criminal o del gobierno en tu país, y estás tratando de salvar a tus hijos, no vas a decir: 'Bueno, solo voy a esperar los 20 años. Está bien'. No vas a decir eso. Y, por cierto, es perfectamente legal que alguien venga a nuestras fronteras y solicite asilo [político]".

Las personas saben que el sistema de inmigración estadounidense puede ser imposible de penetrar. Venir aquí quizás igual valga la pena. 

Conocimos a Johnny, quien tiene 27 años y también se rehusó a darnos su apellido, en uno de los refugios de emergencia en Denver y lo llevamos a un Starbucks para aprender más sobre su situación. Él y su amigo, José Luis, quedaron asombrados con los árboles brillantes en el Town Center de Central Park. Bebieron su café con mucha azúcar.

José Luis, un inmigrante de Venezuela, parado afuera del Town Square en Central Park a pesar de ser una noche muy fría para tomarse fotos abajo de las luces navideñas. 22 de dic. de 2022.
Kevin J. Beaty/Denverite

Como Kevin, dijeron que se fueron de Venezuela porque no veían forma de darles una vida a sus familias ahí. También vieron cosas terribles en su travesía. Johnny, exintegrante del ejército venezolano, dijo que tuvo que trabajar para guerrillas y carteles en cada país a lo largo del camino, ya que no tenía dinero para pagar por una travesía segura.

"Vi mucho terror, muchas violaciones en Panamá...eso fue lo más terrible", dijo en español. "Matar y descuartizar personas por no tener $100 en el bolsillo. Eso es lo más terrorífico que he pasado en este viaje. Y lo más bonito [fue] llegar a Estados Unidos".

Se fue a finales del verano con el objetivo, como muchos otros, de llegar a Estados Unidos en diciembre.

Johnny, un migrante de Venezuela, se muestra conmovido en un Starbucks de Central Park mientras cuenta la historia de su travesía a los Estados Unidos. 22 de dic. de 2022.
Kevin J. Beaty/Denverite

Pero a diferencia de Kevin, Johnny dijo que no planea quedarse aquí. Dejó a su familia en Colombia a donde se mudaron hace un par de años, y está desesperado por regresar donde están sus hijos con algo para ellos. No quiere lidiar con un sistema que probablemente lo rechace. En lugar de eso, dijo, los meses peligrosos que pasó viajando fueron un precio aceptable para trabajar donde pueda por un tiempo.

"Le queremos dar a entender y darse cuenta de que venimos de pasar 10 países, de tanto sufrimiento, de tanta hambre, que venimos con todo el amor del mundo a prestarle un servicio de mano de obra y de trabajo de corazón por lo que nos lleguen a dar en dinero... Los que llegamos aquí, nos van a dar el privilegio de mandarle una buena Navidad a nuestra familia en Venezuela", nos dijo. "Eso es lo que le quiero dar a entender, y le van a dar una estabilidad a muchas familias que están en Venezuela pasando hambre y necesidad. Gracias, gracias siempre por seguir brindándonos un apoyo como lo siguen haciendo y como están haciéndolo en estos momentos gracias a Estados Unidos".

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